29 de noviembre de 2014

Érase una vez...

Un cuento de hadas es un tipo de relato corto, típico del folclore europeo, que incluye personajes de fantasía, como hadas, gigantes, enanos, elfos, gnomos, duendes, sirenas o brujas, y en los que casi siempre juega un papel principal la magia o los encantamientos. Los cuentos de hadas se distinguen de otras narraciones folclóricas europeas, como las leyendas, que por lo general suponen la creencia en la verosidad de los hechos narrados, más o menos verosímiles, y las fábulas o cuentos con un contenido moralizante.

Los folcloristas han clasificado los cuentos de hadas de varias maneras. El sistema de clasificación de Aarne-Thompson y el análisis morfológico de Vladimir Propp se encuentran entre los más notables. Otros folcloristas han interpretado el significado de los cuentos, pero ninguna escuela se ha impuesto definitivamente.

Los cuentos de hadas se encuentran en forma oral y en forma literaria. La historia del cuento de hadas es particularmente difícil de reconstruir porque, de los relatos que existían en tiempos antiguos, sólo las formas escritas perduran hasta nuestros días. Sin embargo, la existencia de las obras literarias al menos indica que los cuentos de hadas han existido durante miles de años. El uso de la denominación de cuento de hadas por primera vez a Madame d'Aulnoy en el siglo XVII.

Muchos de los cuentos de hadas europeos que han llegado hasta nosotroa han evolucionado a partir de viejas historias ancestrales que aparecen, con variaciones, en diversas culturas alrededor del mundo. Los cuentos de hadas, obras derivadas, todavía se escriben hoy.

Los antiguos cuentos de hadas estaban destinadas a un público adulto, así como también a los niños, pero comenzaron a asociarse más intensamente con la literatura infantil desde los escritores del preciosismo francés (précieuses), como la citada Madame d'Aulnoy. Este movimiento y sus autores ejercieron una notable influencia sobre las obras de Perrault, así como sobre otros escritores posteriores, como Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, el autor de la primera versión escrita conocida de La bella y la bestia. El preciosismo presentaba los cuentos en la reuniones de los salones parisinos como si fueran historias improvisadas, cuando en realidad habían sido cuidadosamente preparados. Los cuentos de la tradición oral, en muchos casos, eran alterados, trasformando a su personajes en caballeros o damas de alta cuna, cuando no en príncipes o princesas.

Ya en el siglo XIX, los hermanos Grimm titularon su colección Kinder- und Hausmärchen, es decir Cuentos para los niños y el hogar, fortaleciendo aún más el vínculo con los niños, que se ha ido reforzando hasta nuestros días. Entre los cuentos recopilados y reinterpretados por los hermanos Greem podemos encontrar los cuentos infantiles más conocidos en nuestros días, como Caperucita Roja, La Cenicienta, Blancanieves, Rapunzel, El sastrecillo valiente, Los músico de Bremen, El enano saltarín o Rumpelstiltskin, Purgarcito, Hänsel y Gretel...

Los cuentos de hadas se han presentado también en forma dramática desde antiguo; existen ejemplos de ello en la commedia dell'arte, y más tarde en la pantomima. La llegada del cine hizo que las historias se pudieran presentar de una manera más plausible, con el uso de efectos especiales y de la animación. La película de Disney Blancanieves y los siete enanitos, en 1937 fue una película innovadora para los cuentos de hadas y, de hecho, para la fantasía en general. La influencia de Disney influencia acabó por consolidar este género como un género para niños, pero ha sido acudado de simplificar y endulzar, alterando su sentido primitivo, muchos cuentos de hadas, forzando un final feliz, en comparación con el dolor y el sufrimiento, y terminaciones veces infelices, de muchos cuentos de hadas populares.

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